jueves, 8 de octubre de 2015

La palabra desde el púlpito

Charles Spurgeon dijo: “Queremos otra vez a Luteros, Calvinos, Buyans, Whitefields, hombres correctos para marcar eras, cuyos nombres siembran terror en los oídos de nuestros enemigos. Tenemos una desesperada necesidad de ellos. ¿De dónde vendrán a nosotros? Ellos son los regalos de Jesucristo a la iglesia, y vendrán a su debido tiempo. Él tiene el poder para darnos nuevamente un año dorado de predicadores, un tiempo tan fértil y divino y ministerios poderosos como fue el tiempo puritano, y cuando la buena verdad antigua es predicada una vez más por hombres cuyos labios son tocados como un carbón vivo del altar, este debe ser el instrumento en la mano del Espíritu para traer un gran y profundo avivamiento religioso en la tierra. Yo no busco otros medios de convertir a los hombres más allá de la simple prédica del evangelio y los oídos abiertos de los hombres para escucharlo. El momento que la iglesia de Dios desprecie el púlpito, Dios la va a despreciar a ella”

La obra suprema del ministro cristiano es la obra de la predicación. Este es un día en el cual uno de nuestros mayores peligros es hacer un millar de cositas mientras ignoramos una cosa, la predicación


Si el púlpito de una iglesia es débil, aunque esta tenga otras fortalezas, generalmente la iglesia será débil. Si por el contrarío, aunque los demás ministerios muestren debilidad, si el ministerio de su púlpito es fuerte, es muy factible que esa iglesia sea fuerte
Nada puede reemplazar la predicación de la Palabra. Es el timón de la iglesia, que en manos fieles y dependientes de Dios conduce a la congregación hacia bendición

La cantidad de personas que asisten  sin evidencias de conversión, ni compromiso real con Cristo nos exige consagración a la tarea divina de «alimentar a las ovejas» sin pretextos, ni dilaciones

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